El Coaching como proceso conlleva una serie de fases o etapas generales adaptadas a la naturaleza y exigencias que requiera el objetivo. Son las siguientes:
1) Definir el objetivo:
En base al estado-meta, se trata de la fase más importante del proceso ya que es necesario estudiar y asegurarse que una vez conseguido dicho objetivo le siga a éste la satisfacción esperada. Así, lo primero a tener presente es que el objetivo debe ser “ecológico”, es decir compatible con el resto de intereses que pueda tener el coachee en su vida: familia, profesión, aficiones, amistades, salud, formación, etc.
Después, para analizar si un objetivo se ha definido correctamente tiene éste que cumplir los siguientes atributos:
- Que se pueda medir: de forma que permita saberse en cada momento cuanto se está acercando y cuanto le falta todavía al coachee para la consecución de su objetivo.
- Con fechas concretas: según un calendario y con plazos determinados.
- Acotado: que se pueda dividir éste en sub-objetivos más simples y sencillos de conseguir.
- Realizable: que sea realista, posible y alcanzable.
Formulado en positivo: desde lo que "sí" se quiere lograr y "no" en cuanto a lo que se quiere evitar o eliminar.
2) Estudiar los recursos disponibles y aquellos que puedan necesitarse:
Aquí es importante atender a posibles creencias limitadoras o ideas preconcebidas que puedan interferir en la confianza del coachee sobre sus propias capacidades y posibilidades. Si éstas
aparecen se trabaja para transformarlas en creencias potenciadoras, favorables y “orientadas hacia el logro”.
3) Establecer una hoja de ruta en base a un calendario:
Se divide el objetivo en sub-objetivos más simples y concretos que determinarán los pasos a seguir estructurando un principio, un desarrollo y un final de proceso. Según estos sub-objetivos y los esfuerzos y tiempos que conlleven se pactará el número de sesiones y la frecuencia de éstas. También se planificará que será necesario para el logro de cada sub-objetivo: medios materiales, ayuda externa, tiempo requerido, etc.
4) Seguimiento del proceso, corregir desviaciones:
Adaptarse y rediseñar sobre la marcha la hoja de ruta según las diferencias que se encuentren entre lo planeado y lo que se consigue realmente durante el proceso. Para ello es importante que entre sesión y sesión se pacte un contacto fluido vía telefónica o correo electrónico entre coach y coachee, para que éste último se sienta constantemente acompañado y apoyado en la superación de aquellos obstáculos o imprevistos que se encuentre en su camino.
5) Evaluar el resultado final:
De qué manera la experiencia del proceso realizado se puede integrar y extrapolar a otros objetivos o retos que ya estén presentes en el coachee y que le surjan en un futuro: ¿qué ha aprendido?, ¿qué puede seguir todavía mejorándose?, ¿cuáles serán sus siguientes retos?.
Gracias a este nivel de detalle, de concreción, de división y subdivisión y de estructuración se facilita conseguir el resultado final, lo propuesto de antemano, y sobretodo y lo más importante: que las expectativas de lo esperado sean consecuentes con la experiencia del logro. Así, a través del Coaching se consigue que un proceso que pudiera parecer complejo, difícil y sufrido acabe convirtiéndose en una aventura, un disfrute y en toda una experiencia de crecimiento personal.