Mi nombre es José Miguel, tengo 45 años y soy Terapeuta Gestalt, Coach, facilitador en talleres de Constelaciones Familiares y Teatro Terapéutico.
Desde siempre me ha llamado la atención el por qué hay personas que ante una misma circunstancia difícil o dolorosa, unas la experimentan con optimismo y espíritu de superación y otras quedan estancadas en su sufrimiento. Antes pensaba que se trataba simplemente de suerte, y que habían individuos más afortunados que otros a los que sencillamente les pasaban cosas menos graves que a otros. Ahora soy consciente de que dicha suerte tiene más que ver con la propia actitud que se tenga respecto a la vida que con los hechos que se vivan en sí mismos, es decir con el modo en que cada uno afronta las situaciones adversas que le suceden.
Motivado por ésta y otras cuestiones decidí formarme primero en Terapia Gestalt y después en otras disciplinas realizando simultáneamente mi propio proceso de crecimiento personal. Gracias a este camino recorrido que todavía continua, he descubierto el valor de distinguir entre resignación o conformismo y la aceptación genuina sobre aquello que no está en manos de uno cambiar. También que existen dos formas de motivarse ante cualquier reto: una es orientarse hacia el logro, y la otra en evitar el fracaso. El primer modo me ha permitido llegar donde estoy, y el segundo que muchas veces lo haya sufrido más de lo necesario.
La confianza plena no llega sola, sino que se aprende y desarrolla constantemente. Y se aprende liberándose uno de las ataduras de su pasado, dejando de pelearse con la realidad y buscando las respuestas a las inquietudes personales que vayan surgiendo en el propio interior. Para ello es necesario utilizar la información externa recibida únicamente como guía y nunca como dogma, pero muchas veces no lo conseguimos y es por eso que nos perdemos. Todo este proceso es mucho más sencillo cuando una persona se deja acompañar por otra en sus emociones, sus temores y sus desafíos, sobre todo en aquellas etapas de la vida en las que se uno se siente más bloqueado o estancado. Por esta razón acompañar a otros a que se encuentren a sí mismos me estimula tanto profesionalmente, y no porque me crea mejor que nadie sino al contrario, porque sé que no hay nada que le pueda aportar más a mi propio crecimiento interior que ver reflejada mi propia vulnerabilidad en la vulnerabilidad de los demás.